Ivonne
Por Alberto Meza
Llovía, era un día oscuro, el cielo era gris, el ambiente frío. Ya todo el aire se había impregnado de ese extraño olor a tierra mojada, en medio de un camino de piedra, que aun sonaban entre los guijarros que golpeaban esas gigantescas gotas de lluvia. En medio de aquel concierto, por que, unos pequeños grillos hacían su música, que también se armonizaba con los cantos de las ranas y los sapos, que con sus voces, hacían que la lluvia tuviera algo “místico”.Después, en el cielo, un gigantesco destello de luz iluminó toda la noche. Se alcanzó a distinguir, entre la luz del relámpago, el casco viejo de una casa. Al morir la luz de aquel hermoso relámpago, de esa casa pareció salir una luz, era una luz tan tenue, débil, y parecía extinguirse con cada brisa del viento, era una luz rojiza, era la luz de una vela, una vela que parecía escapar entre las sombras que se movían de un lado a otro, como queriendo escapar de aquellas ideas que impregnaban el ambiente.
Era una atmósfera casi embriagante, todo debido a la lluvia, una lluvia tan hermosa como fría, aquel concierto en la orilla del río, y finalmente en una casa vieja, un hombre solitario escribiendo en unos pergaminos a la luz de una vela, que cada momento era empequeñecida, debido a esos hermosos relámpagos que parecían quebrar el cielo. En esos momentos casi se podía imaginar lo que esa flama, esa flama que estaba en esa vela, podía pensar. Al verse ella sola,iluminando toda la habitación, se sentía soberbia, al ver como aquel hombre dependía únicamente de ella,solo eran él y ella, esa flama pronto se volvió vanidosa, “¡Ja, soy la luz de este hombre, sin mi viviría en la mas terrible oscuridad!”
Después, esa flama miraría todo alrededor, primero vería la mesa sobre la cual estaba ella, sobre un candil de plata, que con el rítmico baile de esa pequeña flama, destellaba de una manera muy coqueta. Con esa hermosa danza creaba un hermoso espectáculo de luces que iluminaba todo el lugar; esas luces, que no hacían mas que aumentar la vanidad de aquella, aquella linda flama.
Debajo del candil en el que estaba la vela, había muchas hojas, algunas en blanco, otras con cientos, cientos de garabatos, pero una de ellas, una se llevaba el “protagónico”; era una hoja de pergamino,un pergamino de seda, una suerte de lujo, en ese pergamino, estaba escrito la historia de una niña, era una niña de nombre Cintia, era una niña que se había enamorado de un muchacho, pero su romance era prohibido, al final, ellos se suicidan a la traición de sus amigos, pero, mas adelante de ese hermoso pergamino de seda, había un pequeño tintero, era tinta negra, que tenia una pluma de un cuervo, una hermosa pluma negra azabache, esa pluma estaba sobre el tintero, pero, mas allá del tintero, había otra hoja, esa hoja, estaba quemada de una orilla, en otro lado, tenia grandes manchas de tinta, y llena de cenizas. Entre el hollín, las manchas de tinta y una que otra migaja de algún pan, había un poema, ese era el poema que aquel hombre le había escrito a su “amante”; bueno, el hombre así lo hubiera deseado, pero, no era así.
Ese poema era, era aun más hermoso que ese, ese pergamino de seda, con esas hermosas letras góticas, que aunque estaba lleno de un gran contenido visual, era vacío y tonto; mientras, que, ese poema, escrito en esa hoja, que fue rescatada de la basura, ya que ese hombre pensaba, que no podía darse el lujo de desperdiciar.
Después de la mesa, de esa hermosa mesa de caoba, el único lujo, que, tal vez, tenga esa vieja casa; había un gigantesco espacio vacío, pero al fin, chocaba con una cama, era una cama gigantesca. Pasando la cama, había un buró, en ese buró había, había decenas de papeles, y un pequeño retrato, un retrato de su“amante”, se alcanzaba a ver, una frase que decía,“con mucho cariño, para Alfred”.
Mas lejos, en la pared, desnuda y casi vacía, pintada de blanco, al igual que la habitación, se podía ver un cuadro, el cuadro de un hermoso paisaje, un hermoso paisaje justo antes del atardecer, justo cuando el cielo, se teñía de un hermoso color salmón, luego, se veía un sol que se ocultaba tras las montañas,mientras que, mientras que en el otro extremo del cuadro, una hermosa luna, llena y plateada, empezaba a salir por el otro extremo, esa hermosa luna plateada, debajo, dos árboles, a la orilla de un lago, del otro extremo, un camino empedrado que conducía a una casa. Alrededor de la casa, en medio de arbustos y de una extraña piedra; estaba una mujer, una mujer vestida de blanco, un muy hermoso vestido blanco. Esa mujer, veía fijamente, veía hacia el lago, donde, en sus tranquilas aguas, se alcanzaba a ver como el sol y la luna peleaban por el control del cielo.
Después, siguiendo por la pared, llegaba a una ventana, esa ventana tenia una cortina, una cortina vieja y derruida, pero, detrás de esa cortina, afuera, afuera de la ventana, se veía aquel camino de piedras, a la orilla del lago, y al lado del camino, cerca dela orilla de aquel lago, había una cruz, una cruz en el suelo, al lado de esa cruz, había un ramo de rosas,una hermosas rosas que estaban siendo regadas por la lluvia. Ahora, ya no era una lluvia, ahora era una tormenta, ya los pequeños grillos, se habían escondido en las grietas de aquel camino empedrado, en cambio,las ranas y los sapos, ya cantaban, haciendo un hermoso concierto bajo esa lluvia, tan hermoso como impactante.
En la casa, el hombre, ya se había cansado de escribir, así que camino hacia una puerta de madera; abrió la puerta y entro, pero al ver que todo estaba oscuro, dio media vuelta y regreso por aquella vela, que lo iluminaba en ese estudio. Y así, con la vela en la mano, camino hacia la habitación, mientras que la flama, arriba de la vela, iluminaba todo a su paso.
Así, entro a esa oscura habitación, pero, que, ahora con la tenue luz de la flama, al ver como todo se iluminaba a su paso, empezó a sentir de nuevo esa soberbia, y esa vanidad. Ella era lo máximo, o al menos, ella lo veía así, ella llegó, más de una vez, a pensar “'¿Qué haría él sin mí?”; se preguntaba al ver como ella era la única luz real, que, que tenía ese hombre.
Pero ella no sabia que su vida era efímera, que de un momento a otro, se apagaría, dejaría de existir, pero, ella no lo sabia, y tal vez, de haberlo sabido, no le hubiera importado mucho, ya que, mientras ella brillara, ella seria lo mas importante en la vida de ese hombre, o al menos, ella quería pensar eso. Pero, entre toda esa soberbia, había algo, que constantemente le hacia recordar, era que no importaba que tan hermoso era, tenia una misión, darle luz y calor a ese hombre, era una pequeña muestra de humildad, otra era, que aunque ella iluminara parte de la habitación, y justo cuando ella se sentía lo máximo, aparecía en el cielo un relámpago, iluminándolo todo, desasiendo la oscuridad, haciendo sentir a la flama humillada, todo para que, para al final morir, casi tan rápido como había nacido, esa era su vida, un simple chispazo, esa era la magia del relámpago. Tenia una vida hermosa, imagina, solo imagina, bajar a gran velocidad, iluminando la noche, oscura y fría, y al final, al final chocar contra el suelo, y morir.
Eso era lo hermoso del relámpago. Bueno, gracias a esas dos razones, esa flama aun era hermosa, por que era humilde, la humildad era una virtud, que esa flama no olvidaba.
Esa habitación no tenía ventanas, así que a la luz de la flama, pareció iluminarse casi, casi en su totalidad. La habitación estaba vacía, de no ser por que tenia una mesa, con tres sillas, un pequeño librero, y lo que tal vez, tal vez seria lo más importante, había un hermoso piano negro. Ese piano tenía una pequeña pecera con unas cuantas monedas, varias colillas de cigarrillos y unos cuantos papeles arrugados.
El hombre camino hacia el piano, una vez que se sentó en el pequeño banco que estaba al lado de ese piano, luego coloco a la vela sobre el piano; al lado de la “bola”, luego se sentó en el piano. La flama que estaba sobre el piano, veía como aquel hombre empezaba a tocar una hermosa melodía; la flama al principio se asombró al escuchar como ese hombre podía tocar con una melodía, tan hermosa. Era una melodía hermosa, una de las tantas melodías que ese hermoso piano llegó a tocar, ya que tenía marcas, marcas que hablan de mucho tiempo atrás.
La melodía era tan hermosa, que incluso la flama pareció detenerse a escuchar, a escuchar detenidamente esa hermosa melodía, pero de pronto, aquel hombre se detuvo, dejo de tocar, se levanto, tomo la vela, y regreso a la habitación de la ventana, algo había hecho que dejara de tocar, y que se fuera de esa habitación, de esa habitación habitada por ese hermoso piano negro, negro de ébano, negro marfil; era un negro muy hermoso; pero algo, algo en esa habitación, hizo que el hombre se alejara de esa habitación, la habitación del piano.
En el rostro de aquel hombre se podía ver una lagrima, una lagrima que hablaba de una soledad increíble, una suerte de decepciones, melancolías y tristezas, todo era una muestra de degeneración que estaba a punto de desaparecer.
Pero; como me causa sorpresa esa palabra, tantas veces destruye ilusiones, mata pasiones, otras veces, en cambio, brilla con una hermosa luz de esperanza, de esperanza y magia; en los ojos negros de ese hombre se podía ver ese reflejo de esperanza, esperanza que lo mantenía vivo.
La flama ya había notado ese, por eso pensaba, a pesar de ser algo, algo inerte, sin vida, y por consiguiente, sin sentimientos, pero ella no era así, ella tenia un alma.
Esa flama había adquirido un alma, por eso era vanidosa, era soberbia, pero aun así, tenia algo de humildad, y por eso era hermosa esa flama en su efímera vida, que ya pasaba de la mitad, ya se había dado cuenta de que su vida no seria eterna, que, tarde o temprano dejaría de existir, entonces, en ella nacieron dos nuevos sentimientos, la duda y la fe; tenia muchas dudas, dudas acerca del mundo, dudas acerca de ella, que pasaría en el momento en que dejaría de vivir, que pasaría en el mundo entonces,pero aun, en esa condición, de saber, que su muerte se acercaba, cada día, cada momento, incluso cada segundo, ella seguía viviendo con esa intensa emoción, pasión, con esa capacidad para sorprenderse por las cosas mas insignificantes; por eso, y tal vez su, su pequeño sentimiento de la humildad, de su humildad. Ese sentimiento hacia que fuera una flama especial, ella era “humilde, sino por el maravilloso hecho deque, a pesar de no tener vida; esa flama estaba mas viva, incluso, mas que muchas personas. Faltaba vida en este mundo, pero sobraban corazones condenados a latir.
Esa flama era una vida hermosa, ya que tenia conciencia, no sólo de sus actos, si no de, también todo lo que le rodeaba; tenia sentimientos. El hombre, en cambio, había, no, solo parecía que; al parecer había perdido toda forma de; todo deseo de vivir, o lo que es peor, no tenía deseo alguno de sobrevivir. Entienden eso, no es fácil perder tus deseos de vivir, o de sobrevivir.
Su aspecto, era extraño, cabello largo, negro, sin peinarse, lleno de rizos, alborotados, sin ningún orden, casi como sus ideas, además de su cabello, tenia una corta barba, mas que una barba que cualquier persona quisiera dejarse crecer, veía, como en cambio, no era mas que un reflejo mas de su propia decadencia, pero, como había dicho antes, tenia en sus ojos esa fe, y sobre todo esa esperanza, en que el mañana iba a cambiar.
Ahora, algo empieza a interesarme; en que piensa, que extraños pensamientos habitan esa mente tan atormentada, pienso en que pasaría si pudiera, no sé, introducirme, en sus pensamientos, como lo hice con esa pequeña y hermosa flama. Pero me detengo, y después reflexiono, esa flama es casi como un libro abierto, quería decir, gritar, que todos supieran lo que ella pensaba, en cambio, ese hombre, inmerso en sus dudas, en sus miedos, en su soledad; su mente, en su mente el se quería encerrar, no quería volver a saber nada de lo que pasaba en ese decadente escenario, tan hermoso, al menos al principio, pero, al examinarlo, abrirlo, verlo desde adentro, se veía igual de triste, de decadente que, aun, en este paraíso, se demostraba que nada, nada es perfecto.
Recordemos como es afuera, bajo la tormenta, bajo ese hermoso concierto de ranas, sapos, pequeños grillos que cantaban, haciendo música, música de grillos, casi tan hermosa como esas canciones que se escuchaban en la orilla del Paraná; había, un remanso de la decadente sociedad humana.
Pero, otra vez, esa palabra, que destruye y crea ilusiones, en ese remanso, en ese oasis de decadencia, había algo, no, había alguien, alguien que con su fe,mantenía viva la ilusión del mundo. Era la flama, que a pesar, de que la vela ya casi se había acabado, ella seguía brillando con la misma intensidad con la que nació. El hombre, acostado, en esa cama, que con los ojos llenos de lagrimas, decía, repetía, una y otra vez, “Por que se fue, por que, me dejo solo”, y así, así se quejaba una y otra vez, mientras lloraba. La flama ya se había dado cuenta, y se sentía impotente, tratando de reanimar, a ese hombre, ese hombre, ese hombre que ya, ya no tenía voluntad, solo quería desaparecer, no sé, no sé como, pero únicamente, ese hombre, quería dejar de existir, mientras que, en cambio, esa flama, pedía, rogaba por mas tiempo, quería vivir mas, descubrir que mas, que mas podría conocer, que mas podía sentir, pero, como al final, como todos los grandes personajes, murieron, casi tan rápido como habían vivido.
Ya, en la madrugada, el hombre, se había quedado completamente dormido, mientras lloraba, de una manera incontrolable, esa flama, a punto de extinguirse, a punto de desaparecer, pero, aun rogaba por mas tiempo, pedía mas tiempo, solo mas tiempo, pero; al darse cuenta que no podría vivir mas tiempo, decidió, decidió hacer algo, algo para que su muerte no fuera intranscendental, así que empezó a pensar, “Que podría hacer, que podría hacer”. En ese momento, vio, vio que delante de donde estaba, había una foto, una foto tirada, la foto de la amante de ese hombre, que, ya se había dormido en sus lágrimas, había tirado.
Empezó a tratar de moverse, a rezar por caer, por caer sobre esa fotografía, y al fin, gracias a sus oraciones, una cálida mano, en un dulce toque, el dulce toque de un ángel, así, ayude a la flama, hasta que esa flama quedo sobre aquella fotografía, después,regrese a mi rutinaria observación.
La flama, utilizando la cera caliente, formó una pequeña imagen de un corazón, junto a esa hermosa mujer; después, esa flama pareció mirarme, creo que me alcanzo a ver, y me dio las gracias, y después, después en un ultimo suspiro, abrazo a la eternidad, mientras esa hermosa flama, soberbia, vanidosa, pero a la vez humilde y bondadosa, se apagaba, dejando de existir.
Epílogo
A la mañana siguiente, aquel hombre, se despertaba,con la promesa de un nuevo día, tras esas cortinas rotas y andrajosas, entraba una hermosa luz solar, el hombre se levantó, y vio, en el piso, el candil de lavela, ya apagada, sobre esa foto, al acercarse, y levantar el candil, vio, vio como en la foto, en la foto había, al lado de la imagen de esa hermosa mujer, había un pequeño corazón de cera, al levantar la foto del suelo, vio como debajo de la fotografía había una pluma, una hermosa pluma blanca, al ver la pluma, el hombre se pregunto, si habría sido un ángel, entonces,camino hacia la ventana, y tras un tirón, arranco esas cortinas, sucias y andrajosas, al ver ese hermoso amanecer, le agradeció, a Dios por permitirle vivir, ydecidió nunca mas, nunca mas volverse a decepcionarse de la vida.
Esa foto, era de una mujer, con un hermoso vestido blanco, con el cabello negro, y de una piel clara,decía: “Para el Amor de mi vida, con mucho cariño, para Alfred de Ivonne”.
Fin
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