Pequeños accidentes, pequeños cambios, hasta ahora irrelevantes. Pero estén alertas, no olviden nunca lo que nos dice la teoría del caos “el simple aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo”.
El capítulo de hoy se titula: Perdiendo a un ser querido
La felicidad se respiraba en el ambiente. Era el estado general en la mansión de los Andley desde que Candy se convirtió en un miembro de la familia por órdenes de William Andley, el jefe de la familia. Para alegría de Candy, ahora pasaba gran parte del día con Anthony, Stear y Archie. Desayunaban, comían y cenaban juntos, tomaban sus lecciones diarias, y hacían un plan diferente para cada tarde. Cada día dejaba nuevos recuerdos que hacían cada vez más real la situación de Candy como hija adoptiva de los Andley. Y por eso, la tía Elroy cada día separaba a Candy unas horas de los chicos, para enseñarle de forma intensiva buenos modales y reglas de etiqueta.
Sin embargo, a pesar de todo el ambiente de felicidad que se respiraba en la mansión, una sombra nublaba el panorama general, aún cuando nadie hablaba en voz alta de ello. Habían pasado unas cuantas semanas desde la inesperada muerte de la señora Leegan en la mansión de los Andley. Algo completamente estúpido e inesperado, una reacción alérgica a las almendras, utilizadas como ingrediente en uno de los platillos servidos en la cena de presentación de Candy como miembro de la familia Andley. Para la señora Elroy fue un golpe duro, pues se trataba de una de sus sobrinas predilectas.
Desde ese día, los Leegan no habían vuelto a la mansión, y aunque los chicos estaban felices por no tener que sufrir la presencia de Elisa y Neal merodeando por ahí, al mismo tiempo, aunque no lo comentaban, les preocupaban las últimas palabras de Elisa contra Candy antes de marcharse, culpándola de la muerte de su madre, y jurándole que lo lamentaría.
Finalizaba el verano en Lakewood, cuando la señora Elroy anunció que pronto habría un evento importante:
-La Cacería del Zorro- le explicaba a Candy- es una reunión anual de todos los parientes de los Andley, y ahí haremos tu presentación oficial.
A Candy y a los chicos les preocupaba sobremanera que la generalización “todos los parientes” incluyera a Elisa y Neal Leegan dentro de esa lista, y peor aún, que ellos aceptaran la invitación, pues normalmente sus visitas no traían nada bueno, y ahora de seguro iban a buscar una forma de dañar a Candy, en lo que ellos consideraban “una justa venganza”.
-Te veo extraña- le dijo esa tarde Dorothy a Candy mientras la peinaba antes de la cena.
Aunque desde el día que Candy fue a vivir a la mansión de los Andley, Dorothy fue asignada a la chica como su doncella personal, la amistad que había surgido entre ellas durante el tiempo que ambas fueron sirvientas en Sunville, la residencia de los Leegan, no había desaparecido; Candy tenía a Dorothy como su única confidente, y cuando estaban a solas, dejaban a un lado cualquier barrera social que se pudiera interponer entre ellas. En alguna de sus conversaciones, de hecho, Candy le había prometido a Dorothy que ella nunca olvidaría su amistad, como en algún momento Annie había hecho con ella.
-Ay Dorothy- se quejó Candy- estoy preocupada por la cacería del zorro.
-¿Qué es lo que te preocupa?- preguntó, aunque ya había adivinado por donde iban las ideas de Candy.
-Bueno…- vaciló la rubia- me han dicho Anthony y los otros que vendrá… demasiada gente, que ni ellos mismos conocen a todos los que vendrán… y me preocupa no gustarles.
-Candy, tú le gustas a toda la gente que se ha dado el tiempo de conocerte- le dijo Dorothy con una sonrisa, enfocando sus ojos en los de la Candy del espejo- si crees que ellos te van a juzgar antes de conocerte y no les vas a gustar… pues ellos se lo pierden… ¿segura que eso es todo lo que te preocupa?
-No- contestó Candy bajando la vista.
-Ya lo sé, te preocupa que vengan los Leegan.
-Sí- contestó Candy en voz baja. –Elisa me odia aún más que antes, estoy segura, y creo que hará lo posible para que yo deje de ser parte de la familia.
-Pues, no le puedes dar el gusto. Desde el trágico accidente de su mamá no se para por aquí, como para que le estés concediendo el poder de afectarte de esta forma a distancia. Sonríe Candy, y sigue esmerándote en comportarte como una dama, para que nadie dude porque tienes derecho de pertenecer a esta familia, y de vivir aquí.
-Trataré- dijo Candy y se volvió a ver a la chica- no sé que haría sin ti, eres la mejor amiga que tengo.
Pronto transcurrió el final del verano, y el inicio del otoño llegó junto con el esperado evento: la reunión de una gran cantidad de personas de la familia Andley se efectuó el primer día de otoño, en los bosques de los terrenos propiedad de los Andley. Esa sería la presentación oficial de Candy en la familia, y los chicos, como siempre, entre bromas, rivalizaban entre ellos por la atención y compañía de Candy, quien ya se encontraba ataviada con las ropas tradicionales de la familia.
-Te escoltaremos los tres- fue la declaración de Stear cuando golpearon la puerta de su habitación al tiempo que Dorothy daba los toques finales al peinado de Candy.
-Estás lista Candy- le dijo Dorothy muy contenta- buena suerte.
-Me encantaría que vinieras conmigo Dorothy- respondió Candy sin sonreir- me sentiría más segura contigo a un lado.
-Ese no es mi lugar, y lo sabes Candy. Te esperaré aquí para que me cuentes como te ha ido con todo. Y no olvides sonreir, es tu día y tienes que disfrutarlo.
-Está bien, lo haré- y al tiempo que lo decía, una sonrisa enorme iluminó el rostro de Candy.
Los cuatro chicos bajaron muy contentos la escalera y salieron por una puerta lateral de la mansión rumbo a las caballerizas, donde encontraron sus monturas listas. Anthony ayudó a montar a Candy, y los chicos bromeaban sobre sus anécdotas de años anteriores en la cacería del zorro, y los peligros de caer en una trampa para zorros si no se andaban con cuidado, lo que puso nuevamente a Candy muy pensativa.
Después de cabalgar un rato, llegaron al punto en que una gran cantidad de gente, por lo menos un centenar de personas, estaban reunidos. Fue obvio que todas las personas reunidas esperaban por ellos, pues todas las vistas estaban fijas en su entrada, sobretodo en Candy. La chica se puso nerviosa nuevamente, y trató de sonreirles, cuando sus ojos se toparon con una mirada llena de odio: Elisa Leegan estaba entre los asistentes a su presentación.
Los chicos desmontaron y se acercaron a un pequeño gazebo, donde ya se encontraba la tía Elroy, quien al verlos comenzó a hablar, y le hizo señas a Candy para que se acercara, pero ésta estaba paralizada, con su mirada clavada en los ojos de Elisa, como hipnotizada.
-Ignórala- le dijo Anthony al oido.-Este es tu momento, no dejes que nada te lo arruine.
-Está bien- dijo la rubia saliendo de pronto de su trance, entró en el gazebo con la tía Elroy, y se presentó ella misma ante la familia, pero tan angustiada estaba por la presencia de Elisa, que muy pronto olvidó sus palabras, y no podía desconectar su mirada de la chica.
De pronto, Elisa dio media vuelta, y corrió rumbo a la mansión seguida muy de cerca por su hermano Neal.
-¡No!- gritó Candy, e ignorando su discurso, salió corriendo tras ellos, ignorando los gritos de la tía que le exigía regresar inmediatamente.
-No se preocupe tía- dijo Archie- nosotros la traeremos.
Y sin más, los chicos salieron corriendo detrás de Candy.
-¡Espera!- dijo Anthony dándole alcance rápidamente y sujetándola de un brazo. -¿Qué sucede contigo?
-Ay, yo… ¡Elisa va a la mansión! ¡Estoy segura que hará algo malo!- contestó Candy angustiada.
-¿Cómo puedes pensar eso?- dijo Anthony- es cierto que está molesta, pero tal vez solo quiere estar sola, no deberías reaccionar de esta forma frente a todos los invitados.
-Yo creo como Candy- intervino Archie- Elisa trae algo entre manos, pero por eso mismo, no deberías arriesgarte a estar a solas con ella Candy, debemos volver con la tía y los demás invitados.
-¡No!- dijo Candy, y soltándose de Anthony corrió nuevamente a la mansión, y entró de prisa por la puerta principal.
No se veía nada extraño a primera vista, pero Candy tenía un presentimiento y corrió a su habitación, con los chicos pisándole los talones.
-¡Les he dicho que no pueden estar aquí!- escuchó Candy la voz de Dorothy mientras subía los escalones.
-¡¿Qué pasa?!- gritó Candy en cuanto terminó de subir, y vió a Dorothy con los brazos abiertos, como tratando de taparles el paso a Neal y Elisa, mientras estos la empujaban para que se hiciera a un lado y los dejara pasar.
-¡Pasa que no te mereces nada de esto, huérfana estúpida!-gritó Elisa mientras señalaba a su alrededor.
-¡Váyanse!- gritó Candy furiosa- ¡de otra manera…!
-¿De otra manera qué?- preguntó Neal olvidándose de Dorothy y volteando hacia ella en actitud desafiante-¿Nos matarás también como hiciste con nuestra madre?
-¡Neal!- intervino Anthony subiendo la escalera seguido por sus primos – ¡retráctate enseguida de lo que acabas de decir!
-¿Qué harás si no lo hago?- dijo dirigiendo ahora su furia a Anthony, quien junto con Archie y Stear dieron un paso al frente -Ah… solamente así eres bueno, nunca me enfrentarás solo, ¡siempre serán unos montoneros!
-¡Váyanse de aquí, se los advertimos, esta no es su casa!- gritó Archie, al tiempo que entre los tres arrinconaban a Neal en el rellano de la escalera.
-¡No!-gritó Elisa, y trató de encaminarse nuevamente a la habitación de Candy, pero Dorothy, la detuvo de un brazo-¡Ay, suéltame perra estúpida e impertinente!- y mientras lo decía, se dio vuelta y con su mano libre trató de golpear a Dorothy para obligarla a soltarla.
-¡No!-gritó Candy, sin poder moverse, pero viendo como ocurría la escena en cámara lenta.
Al tiempo que Elisa trataba de abofetear a Dorothy, ésta, por instinto, dió un paso hacia atrás, sin darse cuenta que los escalones estaban detrás de ella, y perdió el piso, cayendo rápidamente hacia abajo y golpeando su cabeza repetídamente contra el barandal y los escalones.
-¿Qué has hecho Elisa?- preguntó Archie abriendo enórmemente los ojos.
-Yo... no... ¡fue un accidente!- se defendió Elisa-¡solamente quería que me soltara!
Elisa y su hermano estaban inmóviles en la parte alta de la escalera, mientras Anthony, Stear, Archie y Candy bajaron rápidamente, hasta llegar junto al lánguido cuerpo de la joven, tendido en un charco de sangre que manaba profusamente de su cabeza.
Continuará...
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